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En el trabajo de María Leguízamo la intervención de su cuerpo con el espacio y
los cuerpos de los otros acurre de una manera elegante y casi que invisible, pero
al mismo tiempo a través de gestos contundentes: un río de pelos que atraviesan
su piel, cuerpos que atraviesan su cuerpo son una acción paisajística que en unas
dimensiones mínimas (realmente casi microscópicas) abarcan al mismo tiempo
centenares de cuerpos e historias, un recorrido de cientos de personas a través
de la misma mujer-lugar.
Una mesa que es testigo de un absurdo nos deja ver la huella de la persona que la
convirtió en un hábitat. Al practicar incesantemente clases de natación por correo
sobre ella, la mesa deja de ser solamente un soporte y se convierte en coordenadas
para un cuerpo, un tiempo y un lugar. La acción de la artista insiste inútilmente en
transmutar lo sólido en fluido, la madera en mar. Creemos tener claro que, aunque
alguien nade sobre una mesa la mesa no se va a volver líquida, sin embargo, el
cuerpo modificó la mesa y dejó en ella su huella, la natación en seco extrajo de la
madera lo blando, lo móvil, el aspecto mutable e inestable (¿de alguna manera
líquido?) del material.
Al girar la gravedad del mundo en otra de las piezas, el cuerpo se convierte en
receptáculo del planeta y una lluvia de tierra es sostenida en el aire por los pies del
artista, creando un montoncito mineral que invierte el orden cósmico: el cuerpo
humano contiene al mundo, aunque sea por un momento y en una pequeña fracción.
UNO
María Leguízamo
2012
Carrete de madera y pelo humano
Dimensiones variables
SWIMMING BY MAIL
María Leguízamo
2012
Mesa de madera
45 x 140 x 80 cm