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condicionará el grado de intensidad del siguientemovimiento. Si la escalada
del actor A comienza con un nivel n y el actor B no responde, entonces el
actor A tiene margen para decidir el grado de intensidad que aumentará en
el siguiente movimiento. Por el contrario, si la respuesta del actor B es de
intensidad n+2, esto condiciona indefectiblemente la respuesta de A ya que
se ve compelido a subir en la intensidad por encima de n+2. Pero, esto nada
dice acerca de la necesidad de la interacción para el proceso de escalada
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.
En cuarto lugar, he propuesto una clasificación que observa a las
escaladas constructivas, de disolución o destructivas de manera aislada.
Pero, como mostraré posteriormente, no es incompatible que una escalada
comience en una categoría y derive hacia otra a medida que se desarrolla.
En el mismo sentido, en los casos en que los dos actores están escalando es
posible pensar en que cada uno de ellos lo está haciendo en base a distintos
modelos de escalada.
En quinto, y último lugar, esta clasificación puede parecer que tiene
dos restricciones, esto es, deja fuera cierto tipo de casos que podrían
considerarse como escaladas; el de la reacción compulsiva y el de la reacción
esporádica. El primero de los supuestos apunta a situaciones en las que,
ante la pregunta de por qué se escaló el conflicto el actor contesta: ‘No lo
pensé, simplemente reaccione a la situación’. El segundo caso es aquel en el
que un actor realiza un movimiento de mayor intensidad que el de la otra
parte y seguidamente se produce la finalización del conflicto.
Respecto al tema de las reacciones compulsivas, creo que su exclusión
está relacionada con el objetivo de este trabajo. He indicado anteriormente
que esta clasificación es funcional a la comprensión de las escaladas para
la identificación de los modelos de intervención. Pues bien, si esto es así,
pareciera que la mejor manera de intervenir en una escalada compulsiva
está relacionada con generar un proceso de reflexión acerca de aquello
que estaba implicado en esa reacción, esto es, algo así como un proceso de
identificación de los motivos y/o razones que subyacen a esta cuestión. Si se
acepta esta consideración, la intervención en una escalada compulsiva pasa
inicialmente por su consideración en términos de reconstruir la respuesta
a la pregunta por qué, con lo cual estamos nuevamente en la clasificación
que aquí he presentado. Ahora bien, creo que no hay que confundir lo
que sería una escalada compulsiva con aquellas escaladas en las que
están implicadas emociones. Esta es una cuestión compleja que implica un
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Debo a las preguntas de María Inés Suárez el haberme forzado a reflexionar sobre esta cuestión.
Aunque queda totalmente exculpada respecto a posibles errores en la respuesta.