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F
rancisco
D
iez
muchos en el campo hemos explorado el uso del término “imparcial”
para reemplazar el de “neutral”. Yasí hemos declarado que elmediador
debe ser imparcial en el sentido de que su acción debe cuidar la
equidistancia de la partes, de manera de no favorecer o perjudicar,
con su actividad, a alguna de ellas frente a la otra. Sin embargo, a mi
criterio, esta posición es solamente un giro semántico más, útil para
las discusiones académicas o las polémicas de escritorio, pero en el
campo, trabajando con las personas, la realidad con la que lidiamos
es la de la necesidad ineludible de construir confianza con cada una
de las partes y ser capaz de mantenerla con todos simultáneamente.
Y no se construye confianza si los esfuerzos se enfocan en mantener
distancia. Hace falta proximidad, hace falta generar conversaciones que
involucren la personamás allá del personaje que se juega en el conflicto.
Es indispensable “tocar el ser” de aquellos con los que se trabaja. De
todos
aquéllos con los que se trabaja. Porque de otra forma es muy
difícil lograr cambios. Y el mediador es un buscador de los cambios
posibles en las personas, para que ellas puedan canalizar la energía del
conflicto por cauces positivos. Designamos esa modalidad de trabajo
como el ejercicio de la “multiparcialidad”, es decir, la capacidad de
acercarse y comprender profundamente a todas y cada una de las
partes en el conflicto, trabajando con transparencia en la construcción
de relaciones de confianza con todos ellos demanera simultánea
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. Este
posicionamiento también exige un esfuerzo deliberado por aceptar
primero, y poner en evidencia luego, los valores con los que trabaja el
mediador. Porque esto suele no explicitarse detrás de la convención
de la neutralidad. Y no debe ser así. Como mediadores nosotros
privilegiamos los movimientos y las iniciativas que fortalecen la
tolerancia y tratamos de bloquear y transformar las que se orientan por
la imposición, creemos en la posibilidad y las ventajas de la convivencia
en la diferencia, en la ventaja de la autodeterminación y la necesidad
de vivir en un clima de libertad y respeto por el otro. Creemos en el
respeto a la dignidad de todo ser humano y no aceptamos la violencia
como un recurso. Descartamos la mentira y tratamos de actuar con
honestidad y transparencia. Defendemos los sistemas que se apoyan
en el consenso y no en el autoritarismo. Privilegiamos el acuerdo y
promovemos el reencuentro.
El mismo Jimmy Carter trabaja de esta manera y con estos valores, él
privilegia la construcción de relaciones personales con los líderes y genera un
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Herramientas para trabajar en Mediación
, de Francisco Diez y Gachi Tapia, Ed. Paidós, 1999,
Buenos Aires.