Página 34 - Revista_Confluencia

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oberto
R
aúl
N
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al encuadre
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de la mediación, encaja en forma variable en el
encuadre
fantasma
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que traen los negociadores y es percibida y aprehendida conforme
al mapa mental del receptor del mensaje. La apropiación y comprensión
de su significado (
si se dan determinadas circunstancias no podremos continuar
con la mediación
) se torna dificultosa cuando el pedido de mediación y la
presencia en la reunión es vivenciada como la penúltima posibilidad de
resolver la disputa.
Auncuando lavoluntariedaddelmediador sea informadaexhaustivamente,
se la enmarque como una característica inescindible de la mediación, se la
afirme (y firme) en el convenio de confidencialidad o en un convenio especial,
se insista en que la no voluntariedad a participar del proceso no requiere
expresar los motivos que la determinan o se sostenga que el mediador es un
profesional y como tal puededecidir si interviene ono enun conflicto (comoun
médico en una operación compleja), nada de eso parece funcionar en plenitud
y satisfactoriamente cuando uno o ambos negociadores plantean: “Está bien,
Ud. da por terminado esto, pero… hasta que lo decida un Juez… ¿qué hago
para satisfacer mi necesidad de…?.”.
El ejercicio de la voluntariedad del mediador para continuar involucrado
en proceso, formulada en el encuadre del proceso puede tener –lo he
comprobado directamente y de primera mano– un impacto notable en la
dinámica relacional e intrapsíquica de los negociadores: nosotros decimos:
para nosotros el proceso también es voluntario
; ellos pueden escuchar:
si el mediador
quiere, termina la mediación cuando quiera… aunque a mí no me convenga
.
A modo de conclusión
Si se estuviera produciendo el efecto
hastening
en la mediación
institucional, su consecuencia directa, la cual es el deterioro de la ecuación
mediación=acuerdos más sustentables, y el impacto macro y exosistémico
de ese deterioro, aparecen enmarcados en las críticas a la mediación
institucional. Algunas de esas críticas se mantienen y crecen porque
persiste el sostenimiento a ultranza y sin revisión el modelo de mediación
institucional comomodificador de la cultura del litigio, atendiendo a una sola
variable principal: que las controversias no se conviertan en litigios judiciales.
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El encuadre explicita los límites y caracteres de la mediación, y se conforma como un límite, un
continente y un marco que alberga un contenido: el proceso de mediación, y que está incluido en
lo que comúnmente se conoce como discurso de apertura o discurso preliminar del mediador.
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Sostiene Bernard (1988) que “…un determinado encuadre va a producir determinados fenómenos;
van a resonar determinados aspectos del inconsciente del sujeto”.