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L
a
escalada
del
conflicto
. U
na
clasificación
doméstica
no implica una modificación del carácter constructivo de la misma. Esto
queda puesto de manifiesto cuando nuestro interlocutor afirma “...nosotros
no queremos hundir la empresa...” con lo que niega una posible escalada de
disolución y cuando sostiene que “...queremos alcanzar un acuerdo...”. La
segunda forma de interpretar esta situación es que la convocatoria de huelga
no implica una ruptura del proceso negocial y que, consecuentemente,
no hay una modificación del tipo de escalada; sigue siendo una escalada
durante el proceso de negociación.
La cuestión de cuándo una escalada implica dentro del proceso la ruptura
del mismo no es un tema sencillo. Un elemento que puede servirnos para
detectar la posible ruptura es, precisamente, el cambio de la tipología de la
escalada; si el actor sostuviese que dadas las condiciones de la negociación,
la única manera de lograr los objetivos es conseguir el hundimiento de la
empresa, esto obviamente pondría de manifiesto que la convicción de estar
dentro de un proceso de resolución ha desaparecido. Pero, cuando no se
producen este tipo de modificaciones, la cuestión resulta más compleja. En
mi opinión, el elemento clave de este tipo de situaciones sigue siendo la
convicción de las partes en referencia a su inclusión dentro de un proceso de
resolución. En el caso que aquí nos ocupa pareciera que uno de los actores
asume que está dentro del proceso. En este sentido, se observa a la escalada
como un movimiento para lograr que el otro realice concesiones que hasta
ahora no se han conseguido. Es más, pareciera que según los dichos de una
de las partes, la otra también observa la escalada como parte de ese proceso
de negociación dado que afirma que el otro actor espera los resultados de
la huelga para “... en el caso de que tenga impacto, entrar a replantearse su
postura en las negociaciones para intentar conseguir un acuerdo...”.
2.3. Escaladas de disolución previas
Muchas veces la gente que se encuentra en un conflicto no alcanza a
ver la posibilidad de resolverlo mediante alguno de los múltiples métodos
que existen a tales efectos. Las razones de que esto ocurra pueden ser
muy variadas pero, a modo meramente de ejemplo, se pueden señalar las
siguientes; una restricción temporal que hace inviable cualquier proceso
para la resolución, la existencia de fuertes dificultades para individualizar
quiénes son los otros actores del conflicto, una firme convicción acerca de
la falta de confiabilidad de la otra parte o un reconocimiento manifiesto
de la incapacidad de influenciarse mutuamente. Estos factores, entre otros,
conducen a que uno, o los dos actores, estén desincentivados a la hora de