Página 76 - Revista_Confluencia

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C
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complejo seguir sosteniendo la convicción de que es posible eliminar (lograr
finalizar por imposición o retirada) algún aspecto del mismo. Y creo que,
precisamente, este es el momento en donde una escalada de disolución
puede transformarse en una escalada destructiva.
Creo que muchas veces nuestro lenguaje pone de manifiesto esta
transformación desde la construcción a la disolución y de ahí a la
destrucción. Veamos el siguiente caso que creo que representa bien ciertas
experiencias de muchos vecinos. Juan y Manuel son dos vecinos de un
mismo edificio. Durante años han surgido diferentes conflictos entre ellos.
Y han llegado a un punto en el que cada nueva reunión de vecinos para
tratar un tema, se convierte en el detonante de un encontronazo entre ellos.
La primera vez que Juan subió a hablar con Manuel fue por el ruido que
hacían los niños corriendo por el pasillo. Como Juan vive debajo deManuel,
las carreras de los niños retumbaban en su piso. La conversación entre ellos,
sin ser agresiva, no resultó todo lo eficiente que Juan había planeado. Así
que Juan decidió implicar al resto de vecinos en su problema y pidió, al
presidente de la comunidad, que convocara una reunión. La idea de Juan
era que al colocar a Manuel en esa situación se tomaría en serio lo que él le
había dicho. Juan expresó al presidente de la comunidad sus intenciones
de la siguiente manera: “Ya he intentado hablar con él varias veces y no
ha habido manera de que evite que sus hijos corran por todo el pasillo. Así
que, quizás, puesto delante de todos los demás vecinos se dará cuenta que
tiene que asumir responsabilidades. Yo no digo que ate a los chicos. Todos
tenemos hijos y sabemos lo complicado que es que se estén quietos. Pero,
por lo menos debería tener en cuenta a las demás personas que vivimos
aquí. Si sólo fuesen en ciertos momentos del día podría asumirlo. Pero, es
que es durante todo el día...” (escalada constructiva). Manuel no se tomó
muy bien algunos comentarios de Juan durante la reunión y le pareció
que éste estaba poniendo en duda su responsabilidad como padre. Así
que a partir de aquel día no había oportunidad en la que Manuel hablase
con algún vecino y no sacase a relucir el tema de lo que hacían los hijos
de Juan. Manuel decía “¿Él me va a dar a mi lecciones? ¡Vamos! Primero
debería ocuparse de sus propios hijos. Seguro que su vecino de abajo no
puede dormir. Yo escucho como suben las escaleras corriendo cada tarde
cuando llegan de la escuela”. Con el tiempo los problemas entre ellos
empezaron a ser mayores. Ya no eran los chicos corriendo por el pasillo,
ahora era cómo bajaban las escaleras, cómo hablaban, cómo saludaban, o
mejor dicho, cómo no saludaban. En fin, toda oportunidad era buena para
que Juan acusase aManuel yManuel a Juan (conflicto rivalizado). Un día se
estropeó el ascensor y el técnico informó a los vecinos que deberían pensar